Telecomunicaciones y Desarrollo Tecnológico.
Gonzalo Perera
En todo territorio que haya sido dominio colonial, la colonización cultural sobrevive a la colonización política. Una de sus manifestaciones más inequívocas la podemos apreciar claramente en el Uruguay: un futbolista, un cantante, un médico, un mecánico o un ingeniero que vive en Uruguay, así sea un fenómeno, no tendrá mayor reconocimiento. Si se va por un tiempo a la metrópoli colonial (por ejemplo Europa) y allí tiene una aceptable performance, a su retorno será admirado y tendrá "patente de fenómeno".
Es muy enriquecedora la experiencia de vivir y trabajar en otras latitudes: Pero es una rémora de las épocas colonia el que necesitemos la santificación de la metrópoli para validar y apreciar lo propio.
Pero esta colonización cultural, tiene un reflejo bastante más grave y preeocupante. Me refiero al prejuicio de tender automáticamente a buscar en otros continentes las mejores tecnologías, sin pensar en la posibilidad de desarrollarlas nosotros mismos, o asociados a nuestro hermanos de América Latina y el Caribe, o con la complementación de algún experto internacional. Pero generando en nuestro propio suelo las soluciones innovadoras que sean necesarias. Apostar al desarrollo tecnológico nacional, es crucial para el desarrollo de la comunidad, pues:
1) Genera conocimientos nuevos que pueden ser un diferencial a favor de la industria nacional en el contexto mundial.
2) Forma a cuadros técnicos capaces de investigar y desarrollar, qque luego serán capaces de resolver nuevos problemas.
3) Al ser desarrollado por quienes conocen el medio, suele obtenerse la tecnología que mejor se adapta a la realidad nacional
4) Genera empleo, agrega valor en la cadena productiva, favorece la sinergia entre diversos núcleos productivos (por ejemplo en las Telecomunicaciones,son obvias las sinergias con la Industria del Software).
Esta apuesta al desarrollo nacional suele chocar con la "tentación colonial" de comprar "llave en mano" una solución desarrollada por una multinacional, solución que muchas veces debe pasar por gran cantidad de martillazos para amoldarse a la realidad nacional. Y en sus versiones más fanáticas, pretende invertir la secuencia lógica y exigir que sea la realidad la que se adapte a la solución, hecho imposible si los hay. Estas adquisiciones de la "best available solution" (" la mejor solución disponible") suele no ser la mejor solución y a veces ni siquiera es realmente una solución. Y suele costar caro. Y más aún, la velocidad de implementación, argumento crucial que se esgrime para optar por estas soluciones "llave en mano", suele ser muchísimo menor a la prometida o deseada. Por ende , en más de una ocasión, no es más rápido aplicar una tal solución que desarrollar localmente una, con todas las ventajas antes aludidas que éstas últimas tienen.
Que nadie confunda estos argumentos con xenofobia, soberbia o fanatismo. Insisto en que es compresnible y razonable, en ocasiones, buscar soluciones mixtas, donde haya expertos internacionales guiando el trabajo de investigadores y desarrolladores locales. Pero que quede bien claro una opción estratégica: es conveniente para toda la sociedad fomentar el mayor grado de desarrollo tecnológico nacional que sea posible.
Aterrizando estos conceptos en nuestra realidad actual, observamos en el primer gobierno del FA un comportamiento dual. Por un lado, como nunca antes, proliferaron los convenios y proyectos conjuntos entre los ministerios, empresdas públicas y diversos organismos del Estado con la Universidad de la República, buscando la imprescindible sienrgia entre la academia y la producción. Eso es decididamente encomiable, merece la más franca y decidida felicitación, y es una dirección a profundizar. Por otro lado, a la hora de realizar adquisiciones de tecnologías para procesos de extrema sensibilidad, en algunos organismos estatales, se optó por la solución "llave en mano" de alguna multinacional. Esto debe corregirse muy marcadamente.
Esto plantea pues un área muy específica en la que el segundo gobierno del FA debe profundizar al primero, manteniendo lo que de bueno ya se hizo, como la creciente sinergia entre academia y producción, pero corrigiendo la tendencia a apostar a soluciones llave en mano multinacionales para procesos claves de la industria nacional, promoviendo en su lugar desarrollos nacionales.
En el caso de la Telecomunicaciones, la abundante necesidad de sofisticadas plataformas de software y la potencia de la Industria Nacional del Software y de ANTEL en la materia, son las dos caras de una misma moneda y es necesario que sea política explícita de nuestro segundo gobierno el promover los desarrollos innovadores nacionales.
Además, resulta difícil de comprender que se considere inversión productiva (y por ende pasible de exoneraciones tributarias) la instalación de Radio Bases de telefonía celular por parte de las multinacionales CLARO o Movistar. Se trata, básicamente, de obras de ingeniería civil calificada pero habitual, muy respetable por cierto, pero con escaso impacto en la generación de nuevos puestos de trabajo y nulo impacto en la generación de comnocimiento nacional. Y forman parte de redes que son controladas, supervisadas o hasta gestionadas (salvo mantenimientos u operaciones de menor relevancia), desde fuera del país (por ejemplo Argentina). Más que una inversión productiva, se trata simplemente de inversiones para sostener la ampliación de una red de distribución comercial. Así como los desarrollos nacionales debens er prefrencialmente estimulados, no imagino por qué deben recibir similar tratamiento éstas inversiones.
Mientras no se laude definitivamente el modelo de Red Nacional de Telecomunicaciones a aplicar ( ya comentamos que a nuestro juicio la red física debe ser estatal), sería bueno no contionuar favoreciendo despliegues cuyo aval en la opinión ciudadana es cuestionable y que, en cambio, incuestionablemente nada aportan en materia de desarrollo e innovación tecnológica nacional.
Se celebra en muchos países de nuestra región, la de América Latina y el Caribe, el bicentenario del inicio del proceso independentista. No se me ocurre mejor homenaje al bicentenario que hacer una fuerte apuesta a la cooperación inter-regional, al desarrollo tecnológico nacional y regional, y el dejar de considerar sistemáticamente que algo debe venir de la metrópoli para ser excelente.
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